A pesar de que el la mayoría de las culturas no nos comiéramos su carne ni nos bebiéramos su leche, el perro fue el primer animal que se incorporo a la vida cotidiana del ser humano, bien por motivos de protección, ayuda, adaptación… o por que sencillamente nos hicimos amigos y compañeros.
En un principio no estaba claro donde se produjo este proceso de domesticación, los científicos no sabían si el proceso de domesticación y selección artificial del perro se había iniciado en Europa o al este de Asia. La cuestión es que estos animales son tan sociables por naturaleza que un nuevo estudio liderado por la Universidad de Oxford que se publico en la revista Science tiene pruebas firmes de que ambas hipótesis son válidas, al parecer lo domesticamos dos veces, en dos lugares del mundo completamente
opuestos sin saber nada el uno del otro.
Las pruebas para llegar a esta conclusión, se basó en el análisis del ADN mitocondrial de 59 perros que vivieron hace más de 3.000 y menos de 14.000 años. Una pieza clave del estudio fue el fósil del Neolítico hallado en el pasaje funerario de Newgrange, Irlanda: el hueso de perro con el ADN antiguo mejor conservado que se ha encontrado hasta la fecha. Los científicos compararon los resultados con evidencias arqueológicas y con la información genética de 2.500 perros actuales.
Origen geográfico y antigüedad de los restos arqueológicos de los perros participes en el estudio
La conclusión de el estudio, como comentábamos al principio, es que dos poblaciones de lobos ancestrales ya extintas fueron el origen común de los lobos modernos y de los perros. Una de estas poblaciones vivía en Eurasia Occidental y otra en Eurasia Oriental. Esto significa que dos grupos diferentes de humanos paleolíticos llegaron a la misma conclusión: esos animales inteligentes podían ser criados para vivir y trabajar con nosotros. Fue así como acabamos domesticándolos en dos ocasiones independientes.
De acuerdo con la investigación, los antepasados del perro aparecieron hace más de 12.000 años a ambos extremos del continente. Seis mil años más tarde, la antigua variante asiática de los perros se dispersó por Europa junto a los humanos y acabó mezclándose con los perros europeos de Paleolítico, a los que reemplazó parcialmente. Hoy en día, la mayoría de los perros son un híbrido entre los linajes europeos y asiáticos: razas como el husky siberiano presentan rasgos genéticos del este y el oeste. Otros son puramente asiáticos.
Queda mucho trabajo aún para esclarecer de una vez por todas el origen del perro. Los investigadores han emprendido una segunda fase del estudio en la que combinarán los datos genéticos y arqueológicos con un análisis físico más detallado de los fósiles de perros para averiguar cómo cambió su morfología con respecto a los lobos ancestrales. En la actualidad hay unas 800 razas de este animal, más que de cualquier otra especie, de modo que reconstruir su pasado a partir de su ADN moderno puede ser todo un reto. El cual dejamos para otro post a espera de que finalice este estudio.