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La enfermedad periodontal es una afección muy frecuente en perros a partir de los 2 años de edad. En la mayoría de ellos podemos observar periodontitis, en mayor o menor medida, pero suele pasar desapercibida hasta que aparecen síntomas evidentes para el propietario, como por ejemplo halitosis (mal aliento).
Si no se trata, puede tener graves consecuencias, no solamente a nivel bucal, si no también a nivel sistémico, afectando otros órganos como el hígado o el corazón.

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Las bacterias que habitan de forma normal en la cavidad oral, favorecen la aparición de placa bacteriana. Si no existen medidas preventivas, esta formación de placa tendrá lugar de forma más rápida.
El primer síntoma que suele observarse es la presencia de halitosis. El mal aliento suele ser la primera señal de alarma, y suele ir acompañado de mayor o menor grado de gingivitis. A medida que el proceso avanza, las encías aparecerán más inflamadas y enrojecidas. La placa bacteriana sobre la superficie de los dientes empezará a formar placas de sarro, y a destruir las estructuras óseas de soporte de las piezas dentales. En consecuencia, los dientes pierden su sujeción, quedando sueltos y ocasionando en muchas ocasiones molestias para comer.
En las fases más avanzadas, pueden desarrollarse abcesos periodontales e infecciones sistémicas.
El diagnóstico se efectuará mediante la exploración de la boca del animal, siendo necesario en muchas ocasiones hacerlo bajo sedación. Además, puede ser necesaria la realización de radiografías dentales.
El tratamiento debe iniciarse lo más pronto posible. Si nos encontramos ante una fase inicial, su resolución es sencilla, pero si la periodontitis ya ha avanzado, solamente podremos intentar evitar su avance.

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Ningún tratamiento va a ser efectivo si no actuamos sobre una boca libre de sarro. Para ello, es imprescindible realizar limpiezas de boca por ultrasonidos que eliminen la placa y el sarro existente sobre la superficie de los dientes. En función del grado de afección, puede incluso ser necesaria la extracción de piezas dentales, que hayan perdido su sujeción al hueso por acción de las bacterias.
Igual que en muchas otras enfermedades de nuestros perros y gatos, es preferible establecer unas medidas correctas de prevención que eviten el desarrollo del proceso.
En casa podemos cepillar los dientes del animal 1-2 veces/semana, utilizar golosinas que prevengan el mal aliento y la formación de placa bacteriana, e incluso utilizar piensos específicos que favorecen la masticación y el efecto de raspado los dientes.
Además, es aconsejable la realización de limpiezas de boca por ultrasonidos de forma regular, para eliminar la placa bacteriana y evitar así la aparición de sarro y el desarrollo de gingivitis y/o periodontitis.

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